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THE CALL OF THE SIREN

Es agosto de 2021 cuando Matteo Della Bordella, Silvan Schüpbach y Symon Welfringer llegan a la costa este de Groenlandia. Los tres se encuentran entre los mejores escaladores de la escena internacional. Matteo es un buscador visionario de líneas cuya experiencia incluye expediciones y escaladas extremas en todo el mundo, Silvan conoce como nadie las paredes más exigentes de Suiza y de los Alpes, y Symon tiene en su currículum un Piolet d'Or, el máximo galardón en el mundo del alpinismo. Los tres comparten la pasión por la aventura y el deseo de escalar by fair means, haciendo frente a dificultades de alto nivel con un estilo limpio que intenta dejar pocas huellas en la montaña.


En Groenlandia, eligen vivir una experiencia inmersiva haciendo frente a una larga travesía en kayak por el Océano Ártico para llegar a una pared alta y difícil en un entorno remoto donde pueden alcanzar su máximo potencial, lejos de los vínculos humanos y redescubriendo una auténtica conexión con la naturaleza salvaje.

GROENLANDIA PARTE 1 - DONDE EL SOL NUNCA SE PONE



Como en un mosaico de tonos brillantes, las casas del pueblo de Tasiilaq comienzan a aparecer una tras otra detrás de la colina. Forman un marco de pequeños cuadros de colores. «Nosotros aquí estamos en su casa» nos recuerda un letrero en la puerta de «The Red House». Robert Peroni nos recibe con una sonrisa llena de entusiasmo. Su rostro está marcado por arrugas ricas de experiencia. Cuarenta años nos separan en el carnet de identidad, pero nuestras ideas y ambiciones son las mismas. Nacido en el Tirol de Sur, Robert, tras 20 años de exploración y escalada extrema, elige hacer de este pequeño pueblo de la costa este de Groenlandia su refugio. Una tierra áspera y salvaje habitada por los Inuit, un pueblo cuya cultura lleva mucho tiempo amenazada por la llegada de la modernidad. Cuando Robert llega a esta tierra, se encuentra con personas que necesitan apoyo, tanto material como psicológico. Les da la bienvenida en una antigua casa, que año tras año, se transforma en un pequeño hotel para los turistas de las expediciones nórdicas. La famosa y acogedora «The Red House».

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«Los últimos años no han sido nada fáciles», dice mientras el calor interior comienza a calentar nuestros huesos. «La pandemia lo ha parado todo». Aquí no llegó el virus trayendo las muertes que todos tenemos todavía en la memoria, pero arrasó con la economía local. La costa este de Groenlandia ha estado aislada durante todo un año, ,nos cuenta. Sin provisiones, la comida comenzó a escasear, mientras que aún hoy la ausencia de turismo sigue dañando a toda la comunidad local. Pero Robert no es del tipo que se da por vencido ante la primera señal de dificultad. Le gustan los desafíos. Puedo verlo en sus ojos brillantes.. «Entonces, ¿qué tenéis pensado hacer?», nos pregunta. La mesa se llena de mapas. Los cuadernos están llenos de bocetos. Robert es como un río desbordado. Fuera de la ventana, los elementos se desatan. Una fuerza primordial se revela ante nuestros ojos. Al mismo tiempo siento un escalofrío por la espalda y un nudo en la garganta al imaginarnos ahí fuera. Yo, Silvan Schüpbach, Symon Welfringer y la naturaleza más extrema.

Silvan es suizo y ya hemos compartido juntos experiencias inmersivas como esta. En 2018, en la Patagonia, logramos abrir una nueva vía en el Cerro Riso Patrón Sud después de haber realizado una travesía en kayak de unos 100 kilómetros y una larga aproximación por territorio agreste. Todo, por supuesto, en total autonomía. Symon es francés y esta es la primera vez que vamos juntos a una expedición. Es uno de los mejores escaladores del mundo y tiene un sentido del humor irónico. Acompañado siempre de sus fieles camisas hawaianas, es un compañero de escalada extremadamente fuerte. Los ojos de Robert nos penetran mientras contamos nuestros planes. Para él, no tenemos secretos. Quién sabe lo que está pensando con esa expresión silenciosa, pero concentrada.Más de 150 kilómetros en kayak, 70 kilos de carga por persona, una pared intacta. ¡Pura aventura! Con Silvan y Symon formamos un trío muy unido, e incluso Robert lo ha notado. Hablamos como una sola persona.





EL OCÉANO EN KAYAK



En el puerto de Tasiilaq, pasamos medio día solamente para preparar nuestros kayaks.Debemos repartir bien las cargas y asegurarnos de que cada kayak esté bien equilibrado.. Disponemos de un total de 210 kilos de comida, material de escalada y acampada, ropa y otros enseres. No podemos dejar nada al azar; Una vez que partimos, estamos solos hasta nuestro regreso. . Si para un buen alpinista preparar la mochila antes de una ascensión es un arte, lo mismo vale para nosotros a la hora de preparar nuestros kayaks para 25 días de expedición en total autonomía. Cada pieza de nuestro equipo ha sido elegida con sumo cuidado para limitar el peso y el volumen. Llevamos con nosotros lo mínimo indispensable: dos mudas de ropa en las que depositamos nuestra total confianza. Prendas cálidas y transpirables, pero a la vez altamente compresibles, como el K-Performance Fleece. Pesa solo 350 gramos y es una segunda capa que ofrece un excelente equilibrio entre calidez y compresibilidad.

Con el sol incapaz de ponerse en el horizonte, dejamos que nuestros kayaks se deslicen lentamente fuera del puerto y comenzamos a palear en el océano. Estoy relajado y feliz. Me siento libre. Ya no dependo de fuerzas o agentes externos. Ahora soy dueño de mi destino y, frente a mí, tengo el espacio infinito del Océano Ártico. Vamos camino de la zona Mythic Cirque. La perfecta combinación de buena preparación física, kayaks excepcionales y perfectas condiciones marítimas nos hace la vida relativamente fácil. Todos los días remamos durante unas siete horas, logrando recorrer una distancia de 40 kilómetros. Todas estas horas en kayak son extenuantes y requieren un esfuerzo intenso y prolongado. Los trajes secos nos protegen en caso de caída a las gélidas aguas del Ártico, pero, al mismo tiempo, nos hacen sudar y deshidratarnos muy rápidamente. Para tratar de mantener los cuerpos secos debajo de los trajes, usamos la prenda Croda Rossa que, gracias a su transpirabilidad, mantiene los cuerpos secos incluso después de horas agotadoras remando.

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Los días pasan rápido, día tras día, paleando entre gigantescos icebergs bajo la atenta mirada de las focas. Parecen intrigadas por nuestro paso. Todas las tardes acampamos en la costa, a menudo en lugares idílicos. Verdaderos rincones de paraíso, con agua dulce y una vista inigualable del océano, que logramos apreciar a pesar de nuestra improvisada navegación. Las vistas recompensan todo el esfuerzo, incluso cuando, después de 100 kilómetros, Silvan comienza a notar un molesto dolor en el brazo. Pero ahora no hay tiempo para desanimarse y, apretando los dientes, después de cuatro días, llegamos por fin frente a las paredes del Mythic Cirque. . Delante de nosotros, se abre un anfiteatro de roca vertical y desplomada. En nuestra mente ya van tomando forma líneas y vías que ascienden rápidamente hasta la cima. Las primeras huellas humanas están a cientos de kilómetros de distancia.

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¡Pero, espera! ¿Quiénes son esos cuatro? En la costa, desnudos como el día en el que nacieron, Sean Villanueva, Nico Favresse, Jean Louis Wertz y el escalador sueco Alexsej Jaruta nos reciben al son de la música. ¿Cuáles son las posibilidades de encontrarse con un grupo de amigos en uno de los lugares más remotos y aislados del planeta? Llegaron cuatro días antes que nosotros, en un velero, con la intención también de explorar las paredes vírgenes del Mythic Cirque. Una verdadera sorpresa y un gran placer encontrarnos con amigos. Escaladores muy expertos que comparten nuestro mismo estilo, pero que, sobre todo, viven la montaña de una manera tan aventurera incluso aquí, en el fin del mundo. Una cena y muchas risas son suficientes para que nos sintamos como en casa después de largas jornadas en kayak. Luego, nos quedamos dormidos viendo las siluetas cada vez más pequeñas de nuestros amigos que se dirigen hacia las grandes paredes.Por fin ha llegado el momento de guardar nuestros kayaks, palas y trajes secos, y mirar hacia arriba.



GROENLANDIA PARTE 2 - LA LLAMADA DE LA SIREN TOWER



Antes de emprender esta expedición, analizamos las pocas fotos que hemos logrado obtener de la zona Mythic Cirque y la vertical e imponente cara norte de la Siren Tower captura de inmediato nuestra atención. Sin duda alguna, la más atractiva, estética, esbelta y compacta de las que ofrece este magnífico anfiteatro en el que nos encontramos. El amor a primera vista es inmediato y la decisión está tomada. ¡Intentemos escalarla!

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Después de tomarnos unos días para recuperarnos del viaje en kayak, aprovechamos el buen tiempo para atacar la pared. Llevamos comida para seis días, 40 litros de agua y tres portaledges hinchables. Son útiles para montar un vivac en la pared, permitiéndonos descansar «con comodidad». Queremos disfrutar de esta ascensión, sin forzar demasiado el ritmo y sin prisas por conseguir el objetivo. Estamos aquí para vivir una aventura, para disfrutar al máximo del entorno y de la escalada. En los dos primeros días, superamos los primeros 300 metros de la pared. De manera rítmica, ascendemos y recuperamos el material que dejamos colgado de las cuerdas para no llevar tanto peso. Confiamos en que lo podremos hacer bien, pero también sabemos que lo más difícil aún está por llegar: frente a nosotros se vislumbra el tramo más vertical y empinado. Una mirada hacia arriba es suficiente para asombrarse ante esta roca compacta. La observamos durante mucho tiempo una vez nos hemos colocado para pasar la noche. Las preguntas que abarrotan nuestros pensamientos son muchas y repetitivas. La duda comienza a apoderarse de nosotros. De repente, ya nada parece ir bien. Mientras tanto, el cielo no parece querer entregar nuestros pensamientos a la oscuridad.

Cuando nos despertamos, al tercer día, Silvan se queja de un fuerte dolor en el brazo. Es el mismo problema que ya sufrió mientras remaba. Hasta hoy ha ido aguantando, tratando de ignorar el problema, pero ahora ya no puede más. Symon, como siempre, nos mira con su sonrisa tranquila. Está motivado y confiado. Sin pensárselo dos veces, empieza a ascender y, después de varios intentos, logra escalar una delgada fisura de 10 metros de largo. Un paso más que delicado, protegido únicamente por microfisureros de dudosa fuerza. Una sola regla: ¡no caerse! Más adelante, la fisura se ensancha y nos hace creer que será más fácil. Cargo todo el material e intento continuar.

Los primeros movimientos salen con facilidad, luego, centímetro a centímetro, veo que el espacio para colocar seguros se contrae cada vez más. La fisura se va estrechando progresivamente, hasta desaparecer al cabo de unos diez metros. Estoy agotado, pero tengo que seguir ascendiendo en escalada artificial, un estilo lento y laborioso que es muy diferente de mi enfoque del mundo vertical.

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En ciertas condiciones, hay que tener paciencia. Dos horas y media de intentos caracterizados por el esfuerzo, los miedos y un minucioso trabajo de carpintería vertical, para llegar a una nueva fisura donde puedo colocar dos friends que me permiten respirar y liberar los siguientes 5 metros que conducen a un evidente diedro.

Aquí es donde termina nuestro día. Estamos exhaustos de escalar. Hemos necesitado cuatro horas para escalar 23 metros verticales. El camino por delante aún es largo y, al mirar hacia arriba, sentimos emociones contrastantes, como todas las noches. Pensamos que, tal vez, deberíamos rendirnos. Pero este no es el momento de pensar en el futuro. Estamos agotados ​​y necesitamos descansar, así que descendemos al portaledge donde encontramos a Silvan con una cena humeante y abrigado con su Artika Jacket. Yo también me dejo llevar por el calor relajante del plumón natural. El calor entra en mi cuerpo y mis músculos se relajan mientras las endorfinas hacen efecto. La chaqueta Artika de plumón natural es altamente cómoda y cálida, y hemos decidido traerla con nosotros porque su membrana exterior es resistente a la abrasión y al roce con la roca, terreno con el que estamos en contacto prácticamente las 24 horas del día. Antes de ponernos a dormir, tenemos que montar los otros dos portaledges hinchables para colgar de la pared. Las horas de la noche son prácticamente las únicas en las que podemos relajarnos y descansar bien, es importante disponer de un mínimo de espacio donde tumbarnos y dejar que los músculos se relajen. Cuando tratamos de inflarlos, vemos inmediatamente que no retienen el aire. ¡Están agujereados! Nuestra moral, ya baja, ahora se derrumba. Pasamos horas tratando de encontrar una solución poco probable para evitar un vivac insoportable colgados de nuestros arneses, pero nada parece funcionar. No hay manera de inflarlos y con cada intento aumenta la frustración. Symon grita al vacío para liberar la tensión, y los belgas le responden desde arriba. ¡Nuestros ángeles de la guarda! Están descendiendo tras completar la apertura de una vía paralela a la nuestra por el lado derecho de la cara norte de la Siren Tower. «¡Sean!, ¡Nico!». Nuestros gritos de alegría rebotan en las paredes. «¡Matteo!, ¡Simon!, ¡Silvan!», responden. Rápidamente logramos acordar el préstamo de un portaledge. Han completado su ascensión y no lo necesitarán durante unos días. Lo montamos en cuestión de minutos mientras escuchamos su historia. Luego, finalmente acomodados, los vemos deslizarse rápidamente hacia abajo. Desaparecen en el vacío y podemos volver a sonreír.



LOS DÍAS MAS DIFÍCILES



Cuarto día en la pared. El ambiente es increíblemente tranquilo y no hace nada de viento. El único sonido es el tintinar del material colgado de nuestros arneses. Hace mucho frío y estoy feliz de usar los pantalones K-Performance Mountaineer Pants. Desde que los probé por primera vez, hace más de tres años, creo que los he llevado conmigo en cada expedición. Desde la Patagonia hasta Perú, desde Groenlandia hasta el Himalaya. La parte más dura de la ascensión se encuentra más adelante y solo somos dos. Silvan se está recuperando, pero aún no puede hacer frente a los largos duros y difíciles. Yo tomo la iniciativa. Asciendo un primer largo que no es especialmente difícil, pero sí complicado de asegurar. Llegado al relevo, me dispongo a pasar el testigo a Symon, pero el amigo francés prefiere que me quede en cabeza. La pared se vuelve desplomada, las fisuras ligeramente ensanchadas, siempre discontinuas y cada vez más distantes unas de otras. Una vez más, miro hacia lo desconocido. Empiezo sin motivación y supero los primeros metros con dificultad. Luego, en busca de un punto de apoyo con el pie, se suelta un bloque que cae encima de la pierna de Symon haciéndole gritar de dolor. Solo un golpe, nada grave, pero aquí está en juego toda la ascensión. Por un momento me asaltan pensamientos negativos que logro disipar mirando la sonrisa confiada de Symon. Su habilidad para mantener la calma me impresiona. Me olvido del cansancio y de los pensamientos negativos que me atormentan, intentando concentrarme únicamente en la escalada y en el metro cuadrado de granito que tengo delante. Me las arreglo para colocar excelentes seguros, pero, después de una breve secuencia de movimientos, ya los veo demasiado debajo de mí. Extiendo la mano para colocar un alien en un agujero ensanchado... más por ayuda psicológica que por cualquier otra cosa. Sé que no aguantaría una caída, pero tenerlo allí me permite relajar la mente y los músculos. Cargo una parte de mi peso sobre el seguro y paso un tiempo aparentemente interminable relajando los brazos antes de empezar de nuevo.

«Si no aguanta, va a ser un problema», comenta Symon tan pronto como empiezo, pero ya es demasiado tarde para que me influencie. Asciendo por una bonita fisura, donde finalmente logro asegurarme con buenos seguros. Sigo ascendiendo, sin posibilidad de error. Mis músculos están tensos al máximo, estoy muy concentrado en cada movimiento. Un largo muy duro. Cuando llego al final, es una liberación. Estoy agotado, pero mirando hacia arriba, por fin, puedo sonreír: el camino hacia la cima, aunque largo, no presenta mayores obstáculos. Escuchamos la voz de Silvan desde el portaledge, está encantado con nuestro éxito y, cuando nos juntamos, nos recibe como si ya hubiéramos alcanzado la cima. Su brazo está mejor y mañana quiere poner sus manos en la roca para completar lo que comenzamos juntos.



¡LA CUMBRE!



El quinto día en la pared es el más extenuante hasta ahora. Las largas y duras horas de escalada del día anterior han mermado nuestras fuerzas, así que me pongo en modo «ahorro de energía» limitándome a seguir a mis compañeros hasta la cumbre.

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Volvemos a trepar por todas las cuerdas fijas hasta donde llegamos ayer y luego ataca Symon. Él y Silvan se van alternando hasta que cubren los 300 metros restantes de la pared hasta la cima. La alcanzamos por la tarde. QCuando todos estamos en la cumbre, por fin, podemos mirar hacia el horizonte. Una panorámica increíble, una vista de 360 ​​grados que nos devuelve todo lo que la escalada nos ha exigido en los últimos días. Lo que nos asombra no son los icebergs ni la inmensidad del océano del que llegamos, sino la vista privilegiada de la inmensa capa de hielo de Groenlandia que se extiende hasta donde alcanza la vista, más allá de multitud de cumbres aún inexploradas. Me invade una sensación de paz y armonía que me hace sentir extrañamente en sintonía con esta tierra. Por un momento, mi alma inquieta y nunca saciada encuentra, por fin, satisfacción en la cumbre de una montaña desconocida. Por un momento, vivo el presente.

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GROENLANDIA PARTE 3 - DESCENSO, EXPLORACIÓN Y REGRESO



La noche que nunca llega y el panorama interminable nos hacen perder la noción del tiempo. No sé cuánto tiempo nos quedamos en lo alto de la Siren Tower. Estamos completamente absortos y casi tenemos que esforzarnos para preparar los rápeles que nos llevarán de vuelta a la desolada cara norte para volver a los portaledges. Cuando los alcanzamos, nos preguntamos qué debemos hacer: descender y concluir aquí nuestra experiencia, o seguir ascendiendo para liberar todos los largos que hemos escalado artificialmente. En realidad, hay muy poco que discutir; la decisión ya está tomada. Así que nos ponemos a dormir, listos para un nuevo día de escalada. Poder escalar en libre el largo crucial de la vía, después de todo el esfuerzo realizado para completar la primera ascensión, sería la guinda de una gran experiencia.

ESTA VEZ ES DIFERENTE



Con las presas ya marcadas y visibles gracias al magnesio, los friends colocados y sin peso adicional en el arnés, la escalada es muy diferente. ¡Es emocionante! Mucho menos difícil de lo que recordaba. Como siempre, la primera ascensión y la repetición de una vía, aunque sea de un solo largo, son dos mundos distintos. Dos experiencias personales radicalmente diferentes. Atrapamiento de dedos, exposición total. Me siento como si estuviera en El Capitán, en Yosemite.La roca es increíble. Después del primer intento fallido, el segundo sale bien. Con un movimiento tras otro me muevo con una ligereza inesperada y, en poco tiempo, estoy al final. ¡Qué largo tan increíble! Ahora solo queda uno más. Silvan y Symon se encargan de ello. En lugar de abordar directamente las dificultades de la escalada artificial, encuentran la manera de flanquearlas por la derecha sobre placa. Ascienden por presas milimétricas, ejecutando movimientos precarios.Ahora ya podemos descender con una larga secuencia de rápeles hasta la base de la pared.

EN EL CORAZÓN DEL GLACIAR



Después de una experiencia tan intensa, lo más normal sería emprender el camino de regreso a casa para ver a las familias. Sin embargo, aún no nos sentimos satisfechos, así que decidimos cargar los kayaks y ponernos en marcha para explorar un fiordo cercano. Volver a subirse a los kayaks es agradable después de los días pasados ​​en la pared vertical.

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¡El kayak es realmente un medio de transporte increíble! Te permite explorar y llegar hasta los lugares más remotos de la tierra, entornos que no son accesibles con un velero. Así que paleamos hacia el fiordo. Atracamos al fondo y descubrimos que, según nuestros mapas, deberíamos estar en el corazón de un gran glaciar. El fiordo debería haber terminado hace 5 kilómetros. No podemos creer lo que estamos viendo y estamos aún más impresionados después de comprobar la fecha en el mapa: ¡han pasado solo 20 años! Donde debería haber un gran glaciar, hoy no hay nada más que el mar y una pared rocosa sobre nuestras cabezas. No es muy alta, pero aun así decidimos escalarla siguiendo una de las muchas fisuras perfectas que nos ofrece la roca. Una experiencia radicalmente diferente a la apertura de la vía en la Siren Tower. Aquí, la dificultad de la ascensión está muy por debajo de nuestro límite técnico. Podemos colocar seguros donde queremos y el sol nos acompaña durante todo el día, haciéndonos vivir una agradable experiencia en un entorno espectacular. Dadas las condiciones, ascendemos con ligereza y rapidez. Llevamos con nosotros un par de barritas energéticas, un litro de agua y la K-Performance Hybrid Jacket por si hay un cambio brusco de tiempo. Pesa tan solo 280 gramos y es la prenda perfecta para los escaladores cuando el sol desaparece y se levanta el viento.

Tenemos la impresión de volar en la pared. Una serie de líneas perfectas que son relativamente fáciles después de nuestra experiencia en la Siren Tower. Esta vía es puro placer, es el placer de escalarla, de moverse rápido en vertical siguiendo las debilidades que ofrece la roca. Un último momento de disfrute antes de empezar a palear hacia Tasiilaq.



Saliendo del fiordo nos encontramos inmediatamente en dificultades. El mar está embravecido y las olas son violentas en el tramo de costa que tenemos que navegar. Somos más ligeros y ágiles, pero también estamos cansados y mantener el rumbo en estas condiciones es todo menos fácil. Cuando desembarcamos en tierra al final de cada día, la fatiga se apodera de nosotros y la sola idea de tener que montar la tienda y preparar la cena genera estrés adicional. Y por si fuera poco, en los últimos días, llega también la niebla para complicarlo todo aún más. Muchas veces nos vemos obligados a parar y hacer pausas, tanto para recuperar las energías como para revisar la ruta y confirmar que vamos en la dirección correcta. El aire es tan húmedo que casi se puede cortar con un cuchillo y por esto nos ponemos la Sas Pla Jacket que, gracias al acolchado sintético, mantiene el calor incluso en estas condiciones de alta humedad, imprescindible cuando se trata de expediciones de este tipo. Elegir las prendas adecuadas es fundamental a la hora de afrontar expediciones como esta. La chaqueta equivocada hubiera dejado nuestros cuerpos mojados y fríos, poniendo en riesgo la última parte de la que, hasta ahora, ha sido una experiencia fantástica. A menudo, pensamos en esto mientras aceleramos en los últimos kilómetros. La corriente se calma cuando llegamos a la vista del puerto de Tasiilaq. Nos esperan las comodidades de la civilización, aunque resulte difícil volver a acostumbrarse a ellas. Una distancia de 170 kilómetros ha sido suficiente para llevarnos a otro mundo, a un planeta donde la naturaleza gana. 170 kilómetros que nos han ofrecido una expedición fácil para una aventura perfecta.Un viaje por mi via personal menos frecuentada.



EXPERIENCE BY

MATTEO DELLA BORDELLA


 
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