A veces, la magia sucede en segundos, cuando todo se alinea perfectamente. Como cuando en verano alzas los ojos al cielo y ves pasar una estrella fugaz. En ese momento, no importan ni las intenciones ni los deseos que has pensado, importa que tu corazón se ha quedado asombrado y, por un instante, has sonreído. Lo que realmente cuenta es que, viendo esa estela de luz, has dejado ir junto a esa estrella todo lo negativo que tienes en tu vida. Cuenta que, por un momento, tu alma ha vibrado acariciada por un soplo invisible y que, en medio de un cielo infinito en la noche, has fijado tu mirada en esa luz que te ha hecho ver las cosas con unos ojos nuevos, haciéndote sentir vivo.
Hoy, quiero hablar de un lugar especial, una pared de roca aislada y única: la Scogliera en el Passo Monte Croce Carnico.
La Scogliera es una pared de roca calcárea de alta calidad, a veces áspera y dolorosa, a veces lisa y escurridiza. La belleza de su ascensión y la estética de sus líneas hacen que sea una auténtica joya, una barrera de roca de 70 m de altura y de unos 200 m de anchura que se extiende de este hacia oeste, justo en la línea fronteriza entre Italia y Austria.
Hoy en día, hay aproximadamente 100 vías en esta hermosa y soleada pared, todas con mucho carácter. Su roca compacta requiere un perfecto uso de los pies, unos dedos fuertes y una mente tranquila.
Escalando aquí he aprendido, más que en ningún otro lugar, que se necesita mucha humildad. En cada uno de estos delicados viajes verticales, la pared te escupe de inmediato hacia atrás si cometes un error a la hora de posicionarte y te hace caer. He aprendido que en la Scogliera no existen realmente las vías fáciles porque aquí lo fácil no se traduce nunca en trivial. Así pues, también en los largos de calentamiento se necesita concentración, calma y consciencia. Tal vez, sea precisamente por esta razón que esta hermosa pared no es muy popular. La dificultad de la escalada es una barrera que la protege de las aglomeraciones típicas de otros lugares, pero superado el muro inicial, los pocos que queden podrán disfrutar de una escalada ¡realmente excelente!
Durante todo el año, muchos senderistas siguen el itinerario histórico de la Segunda Guerra Mundial que desde el Passo Monte Croce asciende hasta la cumbre de Pal Piccolo y pasan justo por debajo de esta enorme pared y, a menudo, se detienen para mirar con curiosidad a los pocos escaladores que están ascendiendo.
En invierno, en cambio, la nieve cubre el sendero y esta afluencia de gente se interrumpe. Un respiro para los animales del bosque que recuperan la posesión de su espacio. Un lugar con vistas impresionantes, silencioso, aislado, uno de esos lugares que, para mí, encarnan la belleza de la escalada y de la montaña. Es una pared que lleva consigo la historia y la evolución de la escalada libre en esta zona fronteriza, y es justo aquí donde comienza mi historia.
Cuando subí allí por primera vez, recuerdo que me quedé impresionado por el escudo de roca muy compacta que se encontraba justo en el lado izquierdo de esta enorme pared. Subí por el sendero, giré a la izquierda y miré hacia arriba, mi mirada quedó cautivada por un enorme monolito de 40 metros de altura y con una estética increíble. Esa delgada línea que se elevaba justo en el medio parecía realmente impenetrable. Luego, descubrí que el primer largo ya había sido liberado, mientras que su continuación era todavía un proyecto teórico.
Así pues, a principios del año pasado empecé a preguntar quién la había equipado y si había la posibilidad de liberarla. «Per aspera ad astra», este es el nombre elegido para esta vía. Una frase en latín que literalmente significa «a través de las dificultades a las estrellas».
Supe, enseguida, que la segunda parte de esta vía había sido equipada por el gran Luciano Cimenti, alias Cen. Un escalador de gran clase, quizás poco conocido, pero por el cual siempre he sentido una gran estima. En la década de los 90, Cen había liberado gran parte de los largos más difíciles de los Alpes Cárnicos, elevando notablemente el nivel de las dificultades en la zona. Un día me dijo que había equipado ese largo hacia finales de los años 90 y que lo había intentado durante tiempo, pero sin conseguir completarlo.
Había repetido algunas de las vías de Cen, y todas resultaron ser muy exigentes y difíciles. El hecho de que él no lo hubiera conseguido era, sin duda, el preludio de que no se trataba de un desafío fácil. Me dijo que el proyecto estaba abierto a cualquiera que estuviese motivado en llevarlo a cabo. Me sentía realmente feliz de poder poner las manos en esa vía, de intentar descubrir sus secretos y de tener algo nuevo y muy estimulante por probar. ¡Así pues, me tiré al ruedo!
Sin embargo, como suele pasar, las cosas más bonitas son también las más difíciles y dolorosas. Eso es exactamente lo que sentí por primera vez en Per aspera... Esta vía, totalmente natural y de bellos movimientos, me obligaba a sostener pequeñas y afiladas navajas que se clavaban en la piel de las yemas de mis dedos hasta cortarlas.
La experiencia adquirida a lo largo de los años en este tipo de escalada en paredes verticales, me hizo entender enseguida que, para escalar esta vía, no era suficiente tener una buena forma física, se necesitaban también excelentes condiciones meteorológicas.
A pesar de esto, en el 2021 pasé unos días en esta vía durante el verano para tratar de descifrar esa serie de anclajes que inicialmente parecían estar colocados al azar en la pared lisa. Durante esos intentos, me di cuenta de que había que reposicionar dos spits para permitir sujetar el mosquetón con mayor comodidad. Cen me dio luz verde, así que me tomé mi tiempo para reubicarlos y añadir una reunión en el borde.
La vía estaba ahora en las condiciones adecuadas para escalarla en libre. Solo faltaba una cosa… ¡el frío!
La Scogliera, además de ser un sector técnicamente difícil, también está expuesto al sur a una altura de unos 1400 metros sobre el nivel del mar. Esta característica hace que no sea fácil encontrar las condiciones adecuadas, especialmente en vías como Per aspera ad astra, donde se necesita humedad y temperaturas muy bajas.
Mi objetivo cambió y, a principios de noviembre, logré escalar Eternit. Tuve que esperar un mes más, hasta mediados de diciembre, para encontrar el momento adecuado para volver a la Scogliera y probar la vía. Habían pasado varios meses desde mi último intento y, ese día, todavía hacía demasiado calor para poder escalar en libre la vía. Era invierno, pero ¡el termómetro en la base del sector marcaba 25 grados! Me limité entonces a revisar las secuencias, intentando encontrar el justo feeling con la vía.
Luego, llegaron las fiestas navideñas con el panettone y los regalos, luego llegó la nieve y, justo cuando quería volver allá arriba, llegó la pandemia que me obligó a quedarme confinado en casa. Esta situación nos hizo perder la esperanza de poder volver a Per aspera...
El 20 de enero fue el fin del confinamiento para Ilenia y para mí. Al principio, me sentía cansado por culpa del coronavirus, pero en poco tiempo recuperé mi forma y retomé mi rutina de entrenamiento y escalada. Llegó también el momento de prepararme durante una semana con mis compañeros de equipo de la Sezione Militare di Alta Montagna del Centro Sportivo Esercito. El menú de la semana incluía escalada en hielo y dry tooling.
Para mí, fue una primera experiencia, una semana intensa y realmente muy educativa. Tengo que agradecer a mis compañeros de equipo por los valiosos consejos que han sabido transmitirme. .
¿Cuánto cuenta para ti la belleza de una vía? ¡Para mí, marca la diferencia! Es lo que me motiva para hacer los intentos durante más de un día. Fue precisamente eso lo que me hizo volver una vez más a Per aspera ad astra.
Llegó el 13 de febrero de este año. El día era perfecto, el cielo estaba totalmente despejado, como solo pasa en los días más bonitos del invierno. Los perfiles de las montañas estaban en full HD. No había neblina. El viento frío y seco del norte soplaba a la misma velocidad que mis sueños.
Partí con mi novia Ilenia hacia el Passo Monte Croce. Mientras íbamos subiendo por esa angosta y sinuosa carretera, iba pensando en los movimientos de la vía: «Quién sabe si esas mismas sensaciones… Quién sabe si hoy ese paso que me frustró la última vez…». Subimos rápidamente por el sendero y cuando llegamos a la pared decidimos hacer algunos largos de calentamiento en el sector i fucilieri. Este primer sector es bien conocido por ser el más fácil de Pal Piccolo, pero si en verano es muy agradable por la brisa, en invierno el aire se canaliza hasta este punto y sube helado desde el fondo del valle. Se nos enfriaron los dedos enseguida y descendimos del largo congelados. ¡Vaya con el calentamiento global!
Teníamos más frío que cuando empezamos, por lo que decidimos movernos hacia el sector de la Scogliera, esperando encontrar temperaturas más suaves.
Nada más girar, nos encontramos de inmediato con un microclima completamente diferente, la brisa era ligera y fresca, y el sol consiguió calentar nuestras manos y nuestros cuerpos.
¡Aquí, las condiciones eran absolutamente perfectas! Tenía la intención de escalar Catherine’s Pac, una vía 7a que estaba intentando Ilenia. Solamente llevábamos una cuerda e Ilenia no se sentía capaz de atacar desde abajo, así pues, me convenció para intentar enseguida Per aspera ad astra. «Intenta tú primero, de esta manera puedes poner la cuerda y puedo hacer algún largo más tarde con tranquilidad».
Así que volvimos debajo de ese escudo de roca y miré hacia lo alto. Las estrellas estaban allá arriba, ¡pero el camino que me esperaba tenía muchas dificultades por superar! Las sensaciones eran increíblemente buenas desde el principio. En poco tiempo, alcancé la primera reunión, un 7c+ que no era precisamente insignificante. A partir de aquí, la vía cambia, la escalada se hace cada vez más difícil, compleja y delicada. Continuando con el ascenso, las presas se vuelven más pequeñas y más afiladas hasta convertirse en líneas minúsculas.
Respiré hondo y me moví con decisión, precisión y ligereza. Comencé a ascender y la falta de calentamiento me hizo pensar que, después de cada dos movimientos, seguramente notaría mayor rigidez en el siguiente paso. Pero ese día las condiciones eran realmente excelentes y encontré siempre la manera de relajarme incluso en puntos en los que normalmente me retiraba. Cuando alcancé los dos pequeños y esquivos agujeros en la placa final, me di cuenta de que, por fin, estaba a punto de tocar las estrellas. Con un grito liberador agarré esa arista distante y con ella ¡también mi pequeño sueño!
¡Nunca pensé que sería capaz de escalar esta vía con tanta rapidez y en el primer intento del día! Ilenia también tuvo suerte, ¡pudo intentar su proyecto con toda calma!
Por lo que se refiere a la dificultad, intentando como siempre ser lo más objetivo posible, teniendo en cuenta los intentos realizados (aproximadamente quince) y haciendo una comparación con vías parecidas en estilo y dificultad, pienso que Per aspera...es más fácil que vías como Energia Cosmica o Eternit (9a+), pero más difícil que Bain de Sang (8c+/9a). El grado propuesto es, por lo tanto, 9a.
Tengo que dar las gracias a Luciano Cimenti porque, con su elegante gesto de compartición, me ha permitido liberar esta hermosa vía. Una oportunidad para ponerme realmente a prueba y una manera para poder contar esta historia llena de lugares y personas, que espero pueda servir de aliciente para cualquier escalador joven que quiera acercarse a esta bonita pared y a estos lugares todavía poco conocidos y de rara belleza.
Dedico la ascensión de Per aspera ad astra, el primer grado 9a propuesto en Carnia, a Gianni Cattaino, un médico con doctorado que ha dedicado su vida al servicio de los demás equipando nuevas vías y nuevas paredes en Carnia, y en otros lugares. Una persona realmente exquisita a la que he tenido el placer y la suerte de conocer, pero que, lamentablemente, falleció el año pasado en un trágico accidente en la montaña, antes de que pudiera llevar a cabo la ascensión de la pared que estaba preparando.
¡Quién sabe lo feliz que estará Doc al ver que todo el trabajo que ha hecho a lo largo de los años sigue siendo una fuente de felicidad para todos los escaladores!
Quiero dedicar esta ascensión también a Nicola Liessi, un joven y talentoso escalador de los Alpes Cárnicos que hace años intentó liberar esta vía. Nicola había entendido, antes que yo, que se podía escalar.
Desgraciadamente, nunca tuve la oportunidad de conocerlo en persona, las dificultades de la vida se lo llevaron antes de que pudiera estrecharle la mano. Quizás, desde allá arriba esté sonriendo entre las infinitas estrellas del firmamento pensando justo esto: «Tenía razón, ¡ya lo decía yo! ¡Per aspera ad astra se podía realmente escalar!».
Gianni, Nicola... ¡esta es por vosotros!
experience by
ALE ZENI