La escalada es su verdadero talento, pero lo descubre después de muchos años. Pasa su juventud y su adolescencia en las canchas de baloncesto de la provincia de Venezia, donde nace y crece. Mirco Grasso, clase 1993, es hoy uno de los principales exponentes del alpinismo de investigación que se interesa por valles, paredes y montañas vírgenes.

Su pasión por la montaña, o mejor dicho, por la aventura, surge cuando tiene 20 años. La edad adulta aleja a Mirco del baloncesto y lo acerca cada vez más a los senderos y a las paredes verticales, probablemente en respuesta a una necesidad que siente. «Buscaba situaciones que no fueran obvias, donde fuese necesario tomar decisiones que, incluso cuando fuesen triviales, pudiesen cambiar el curso de los acontecimientos». Mirco Grasso comienza pronto a dedicarse al alpinismo, considerando la verticalidad como un viaje hacia la libertad. «Allí eliges la mejor vía, evalúas los riesgos, decides el objetivo».

El verdadero punto de inflexión llega cuando pisa por primera vez un rocódromo. Al principio es curiosidad, luego una verdadera pasión destinada a incidir en todos los matices de su vida. Un descubrimiento que continúa hoy con un continuo cambio de estilo y de forma con el que Mirco aborda la montaña. Todo esto tiene que compaginarlo con su trabajo como consultor informático en el sector de la Business Intelligence. Sin embargo, en los últimos años Mirco Grasso consigue realizar expediciones y escaladas en la Patagonia, como el Pilar Rojo en Aguja Mermoz; en Yosemite, donde aborda la cara oeste del monte Watkins; en Kirguistán, con la ascensión de la Perestroika en Slesova Peak; y en Jordania, con la repetición de Tira al Diablo por la Cola en Jabel Barrah, en el desierto de Wadi Rum. Repeticiones de primer nivel que se suman a las numerosas vías abiertas en los últimos años. Ascensiones difíciles y técnicas, tanto en roca como en hielo. Y siempre con un estilo minimalista y limpio, respetuoso con la montaña y con el entorno natural.